Monday, February 22, 2010

Reflexión espiritual para momentos de desolación

Dos bandidos llegan a una finca y entran en una pocilga, arrastrando a un tipo. Dentro se encuentra un negro de 1,90 m y 120 kg limpiándose las uñas con un cuchillo enorme.

- Negro, el jefe pidió que le des por el culo a éste para que aprenda a no hacerse el macho con nuestra banda.

- Dejadlo ahí en un rincón que más tarde me encargo de él –respondió el negro.

Cuando los dos bandidos se marchan, el tipo gime y suplica:

- Por favor, señor Negro, no me haga eso, después de que me haya dado por el culo mi vida será una ruina, estará acabada...¡Tenga piedad, por el amor de Dios!

- ¡Cállate la boca y quédate quietito ahí! –le increpó el negro.

Al rato vuelven los bandidos con otro pobre hombre.

– Negro, el jefe pidió que a éste le cortes las dos manos y le perfores los ojos, para que aprenda a no tocar el dinero de la venta de drogas.

- Dejadlo ahí que dentro de un rato me encargo.

Una hora después traen otro pobrecito.

– Negro, a éste le cortas la verga y la lengua para que nunca más se meta con las mujeres del patrón.
- Está bien, dejadlo ahí en el rincón con los otros.

Finalmente, traen a otro.

– Negro, a este lo cortas en pedacitos y le mandas cada pedacito para la familia.
...
...
En ese momento, el primer tipo le dice al negro en voz bien baja:

– Señor Negro, señor Negro... por favor... no se vaya a confundir..., recuerde que ...
¡¡Yo soy el del culo!!

Moraleja:
A medida que conoces los problemas de los demás, puedes ir relativizando los tuyos...